El paso a paso de la revolución francesa

El invierno más duro

A finales del siglo XVIII, los reyes de Francia disfrutaban del lujo y la buenavida en el Palacio de Versalles, mientras el frío y hambre desolababn las calles de París: el invierno más crudo recordado arrasó con las cosechas del año 1788.

Las políticas del Luis 16 y María Antonietta, sostenían la continuidad un antiguo régimen feudal mientras las ideas de la ilustración ganaba terreno: “sólo a través de la razón se puede transformar la sociedad”.

Asamblea de Estados Generales

Luis 16, superado por el tamaño de la crisis pero con la voluntad de resolverla, decide convocar a los estados Generales: Asamblea que reunía a los 3 estamentos por separado: Iglesia, Nobleza y Pueblo (En el que estaba la Burguesía, de poder ascendente y limitada por las regulaciones del rey).

El Tercer Estado, con la burguesía al frente, exigieron al Rey un cambio en la forma de votar: en lugar de 1 voto por estamento, voto individual. Ante la negativa de Luis 16, constituyeron junto a miembros de los otros estamentos la Asamblea Nacional: la proclamaron depositaria de la soberanía nacional y juraron no separarse hasta tener una Constitución para Francia.

Ante el temor porque el Rey disolviera esta Asamblea, el pueblo en París asalta la Bastilla, prisión a la que iban los críticos de la monarquía y que se había vuelto un símbolo de la monarquía absolutista. La revolución en Francia era un hecho y las autoridades señoriales experimentaron «el Gran Miedo».

Camino a la Constitución

El 4 de agosto de 1789 La Asamblea Nacional Constituyente (antes Asamblea Nacional), decretó la abolición de todos los derechos y privilegios feudales, publicando el 26 de agosto la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, basada en los principios de «libertad, igualdad y fraternidad”. Dominada por los sectores más moderados de la burguesía, la Asamblea desarrolló una extensa obra legislativa que culminó con la aprobación de la Constitución de 1791, que estableció la soberanía popular y la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

Tras este reordenamiento, Francia quedaba establecida como una monarquía constitucional, generando cierta convivencia entre el respeto al Rey y un nuevo marco legal y político que reunían los logros revolucionarios: Luis 16 y sus ministros conservarían el poder ejecutivo. El poder legislativo correspondería a la Asamblea Legislativa, cuyos miembros serían elegidos por sufragio.

La Fuga de Varennes

Arresto de la familia real en Varennes (21 de junio de 1791) Mientras Luis 16 toleraba algunas reformas, negociaba en secreto una intervención por parte de las grandes monarquías Europeas, para terminar con la Revolución de las monarquías absolutistas extranjeras para acabar con la revolución, y en junio de 1791 protagonizó un fallido intento de fuga que desató un fuerte sentimiento antimonárquico. 

En Julio la Guardia Nacional, fuerza que había sido creada por los revolucionarios, hubo de reprimir violentamente una manifestación republicana en el Campo de Marte. En agosto, los reyes de Austria y Prusia lanzaron amenazas de intervención en Francia mientras la revolución continuaba su curso: la Asamblea Legislativa inició sus sesiones el 1 de octubre de 1791.

La gravedad de la crisis económicas generó un desgaste en el proceso republicano, pese a promulgar numerosas leyes progresistas. Las clases populares expresaban su descontento y la represión se volvió más frecuente. 

En guerra con toda Europa

En el exterior, ante el peligro que significaba la irradiación de las ideas revolucionarias por el resto de Europa, se organizó una alianza de fuerzas absolutistas (Austria y Prusia) que entró en guerra con Francia el 20 de abril de 1792. Las sucesivas derrotas de los ejércitos franceses radicalizaron la situación; la izquierda jacobina, grupo republicano minoritario pero influyente de la Asamblea Legislativa, exigía la elección por sufragio universal de una Convención Nacional y la instauración de una República.

El 10 de agosto de 1792 asaltaron el Palacio Real de las Tulerías, donde vivía el Rey, y hallaron correspondencia en la que se probó la traición del monarca. El 22 de septiembre la Convención Nacional, proclamó la República, juzgó al Rey acusándolo de traición y lo condenó a muerte.

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